El silencio nos invita a viajar a través del tiempo, a tirar de recuerdos, a ejercitar la memoria. Nos ayuda a desarrollar la capacidad empática que todos tenemos, a encontrar un momento de introspección para encontrarnos y reconocernos. Nos permite aislarnos del ruido de la vida para centrarnos en el poder del tacto, en la fuerza de los colores, en el placer que nos ofrece nuestro paladar. Aporta una sensación de libertad, desapego, descarga. Favorece la expresión creativa, el desarrollo de nuestros dones. Nos permite cultivar la atención plena hasta llevar la consciencia total a la experiencia de estar presente, en este momento, sin distracciones.
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